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MONTAR UN DESPACHO DE ABOGADOS

Abogacía: Elige tu propia tu aventura. Por Javier Alberti

todojuristas

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Javier Alberti. Socio director en Asesoranza

Una de las enseñanzas que te da la experiencia profesional es que no existe una única abogacía, pues existen múltiples maneras de ejercer esta increíble profesión.

Creo que no seré el único que, cuando creció en él la vocación por la abogacía, en cierta medida venía alimentada por lo que las series de televisión y el cine, generalmente estadounidense, que nos mostraban grandes despachos con inmensos equipos que litigaban en defensa de los intereses de sus clientes.

Obvia decir que, la vida no es como nos muestra la gran pantalla, ni la Justicia española es la norteamericana, ni que, necesariamente, el ejercicio profesional tiene que ser en esas mega estructuras.

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A la hora de emprender en la abogacía, al igual que en otros muchos oficios o negocios, es muy frecuente acudir a profesionales que nos puedan aconsejar, leer libros sobre emprendimiento y, en definitiva, buscar ayuda externa que nos pueda resolver las miles de cuestiones e incluso dudas que nos pueden surgir, pero, en mi opinión, no existe una respuesta correcta a todas esas preguntas que te puedes estar surgiendo.

En los 18 años de ejercicio profesional que llevo a mis espaldas, he podido observar múltiples fórmulas de ejercicio profesional, muchas de las cuales he pensado: “ese sistema no puede funcionar”, y me sorprendían explicándome que llevaban décadas funcionando de esa forma, por tanto, la pregunta más adecuada no es “cuál es el mejor sistema”, sino “cuál es el mejor sistema para mí”.

Si quieres ir rápido, ve solo. Si quieres llegar lejos, ve acompañado. En la abogacía, como en otros muchos aspectos de la vida, la compañía es esencial, por eso creo imprescindible el buscar buena compañía para este viaje.

Para buscar esa compañía, primero definí mi visión del despacho, en mi caso, un despacho de asesoramiento integral de empresas y particulares, con ese primer paso, busqué a las personas adecuadas para esta aventura, tanto en el plano profesional como, más importante aún, el personal, y, tras doce años, puedo afirmar que todos elegimos muy bien.

El siguiente paso, nada sencillo, es establecer las retribuciones y funciones de los socios. Nuevamente, no existe una respuesta correcta, pero te puedo decir cuál me funcionó a mí en esos inicios: Retribución proporcional a la facturación de cada socio y contribución equitativa a los gastos del despacho.

Por último, es importante definir el modelo de negocio, es decir, a dónde quieres ir y cómo quieres llegar, preguntas que, como puedes imaginar, no son sencillas ni se responden de forma rápida.

En nuestro caso, teníamos claro que queríamos crecer, pero un crecimiento lento que nos permitiese afianzar tanto clientes como equipo y que nos permitiera dar estabilidad tanto a unos como a otros, ya que, como decía antes, la compañía en el ejercicio profesional es esencial, tanto en tus socios, como en el equipo profesional que conforma el despacho.

Dentro de esa estrategia de crecimiento, una de las decisiones más arriesgadas, y a la par acertadas, fue la de absorber una cartera de clientes. Este tipo de crecimiento no es sencillo, ya que la abogacía tiene mucho de la personalidad del profesional que la ejerce, por eso era importante que el despacho al que adquieres la cartera tenga una filosofía del derecho y del ejercicio profesional similar a la tuya, de tal forma que a los clientes no les cueste adaptarse a la nueva dirección letrada y se pierda el menos número de clientes en esa transición.

En definitiva, si te estás planteando iniciar tu andadura profesional por tu cuenta, escucha, lee y observa, pero recuerda que lo que ha funcionado a otros no tiene por qué funcionarte a ti, has de crear tu propio modelo y hacerlo crecer a tu propia imagen.

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