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CURIOSIDADES

Análisis de la regulación legal del CBD en la UE: el caso de España

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María Vara Pitarch. Junior Associate en el departamento de International Trade & Sanctions en Squire Patton Boggs

A lo largo de los últimos años, se ha podido observar como el cannabidiol, más conocido por sus siglas “CBD” ha experimentado un notable auge en el mercado español y europeo. El cada vez mayor interés social por este compuesto, así como las propiedades que se achacan al mismo, ha provocado la apertura de numerosos establecimientos especializados y una creciente demanda en tiendas online.  El CBD ya forma parte de nuestro día a día, ganando terreno en productos a la venta en estancos y farmacias, con una aceptación social en aparente crecimiento.

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¿Qué es el CBD?

CBD es un compuesto químico – perteneciente al grupo de los cannabinoides – que se encuentra en los derivados de la planta Cannabis Sativa, como son el Cannabis y el Cáñamo. Principalmente, esta materia se extrae del cáñamo, planta en la que es predominante, y destaca por sus presuntas propiedades terapéuticas, tales como efectos analgésicos y antiinflamatorios.

Además del CBD, se han de tener en cuenta otros compuestos químicos presentes en este tipo de plantas que pueden tener efectos en la legalidad de los cultivos y productos derivados del CBD. Otro cannabinoide que se encuentra en menor medida en la planta del cáñamo es el Tetrahidrocannabinol (THC). Al contrario que el CBD, en cantidades elevadas, el THC produce efectos psicoactivos, como alucinaciones o paranoia.

 

Regulación a nivel europeo

En lo que se refiere al continente europeo, el CBD presenta un desafío debido a la diversidad y fragmentación que su regulación enfrenta en los Estados Miembros. La Convención Única sobre estupefacientes de 1961, que es el cuerpo legal más importante en materia regulatoria en este sector, prohíbe el cultivo, producción, transporte, almacenamiento, comercialización, suministro, distribución, importación y exportación de cannabis y de sus sustancias derivadas salvo en el sector científico y médico. No obstante, debemos aclarar que el CBD no figura en las listas anexas a esta Convención, en las que se recogen las sustancias consideradas como fiscalizadas.

Por esto, y aunque el CBD en calidad de sustancia no se considera fiscalizada, la falta de armonización normativa provoca una situación de incertidumbre y continúa generando obstáculos para productores, distribuidores y comerciantes. En la actualidad, la aun patente ambigüedad en materia de producción, clasificación, etiquetado y comercialización de productos que contengan esta sustancia continúa suscitando debates. No obstante, y ante la exponencial popularidad de este tipo de productos en la actualidad, los Estados Miembros están tratando de sentar bases firmes en materia regulatoria en las que la industria pueda apoyarse.

Según la legislación actual, los cultivos de cáñamo para la extracción de CBD se encuentran limitados a aquellos que se lleven a cabo con semillas certificadas por la Unión Europea. Además, las plantaciones reciben inspecciones constantes para comprobar los porcentajes y pureza de sus cannabinoides. En este sentido, en el mes de diciembre de 2021, el Parlamento Europeo aprobó un Reglamento sobre los porcentajes de cannabinoides considerados aceptables, adaptando el nivel de THC tolerable en una planta de cáñamo desde el anterior 0.2% hasta un 0.3%.

Respecto de los usos del CBD, parece existir unanimidad en cuanto a la existencia de una prohibición explícita de su distribución para usos distintos al externo o cutáneo, quedando así restringidos sus usos en el sector alimenticio o del tabaquismo. Para asegurar la conformidad con la normativa, es imprescindible que en la etiqueta de todos productos se especifique claramente que están destinados “exclusivamente para uso externo”.

 

Tratamiento del CBD a nivel global

En cuanto a la despenalización del CBD, ha sido objeto de diversos enfoques según la jurisdicción. Algunos países, tales como Canadá, México o Chile, han adoptado una postura más progresista, buscando separar claramente el CBD, carente de propiedades psicoactivas, del THC. Por otro lado, otros países, como Israel, han optado por una despenalización más cautelosa, imponiendo restricciones y regulaciones rigurosas para mitigar posibles riesgos.

En los Estados Unidos, al igual que en la Unión Europea, la regulación del CBD es compleja debido a la interacción entre regulaciones federales y estatales. A nivel federal, aparentemente la legalidad del CBD depende de su origen, siendo el derivado del cáñamo legal gracias a la Ley Agrícola de 2018. Sin embargo, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) sigue evaluando y regulando los productos de CBD para su uso en alimentos, suplementos y productos cosméticos. Desde un punto de vista estatal, este enfoque parece variar, ya que algunas jurisdicciones cuentan con regulaciones más flexibles, mientras que otras imponen restricciones estrictas.

A nivel social y político, la batalla del CBD se plantea como un equilibrio entre la promoción de la salud y el bienestar, la regulación de la industria y la gestión de preocupaciones de salud pública. A este respecto, es fundamental considerar, no solamente las preferencias y elecciones de las naciones implicadas, sino también los derechos individuales en el contexto de la regulación del CBD. La protección de la salud pública y la prevención del uso indebido deben equilibrarse con la promoción de la autonomía personal y la libre elección informada.

 

Conclusiones

La legislación de la mayoría de los países, así como de la Unión Europea, tiende a ser fragmentada, enfrentando así desafíos en la armonización y clarificación de las normativas para fomentar un entorno más consistente y seguro para la industria del CBD. En este contexto, destaca la importancia de clarificar y armonizar las leyes relacionadas con esta sustancia para proporcionar una base legal sólida que permita un desarrollo adecuado de la industria, garantizando al mismo tiempo la seguridad y eficacia de este tipo de productos para los consumidores. La evolución de las leyes sobre el CBD debe pasar por un proceso dinámico que se adapte a los avances científicos, las demandas del mercado y las preocupaciones de salud pública, con el objetivo de proporcionar un marco normativo sólido y adaptable a medida que la aceptación social del CBD evoluciona.

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