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MONTAR UN DESPACHO DE ABOGADOS

Consejos de un Magistrado a Abogados. Por Carlos Viader Castro

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Carlos Viader Castro. Magistrado en el Gabinete Técnico del Tribunal Supremo

 

Siempre que me preguntan, como juez, qué consejos podría darles a los abogados en el ejercicio de su profesión, siento que es fácil caer en la prepotencia del magistrado que alecciona a los letrados sobre cómo hacer su trabajo, cuando son muchas veces ellos los que podrían darnos buenas instrucciones a nosotros sobre cómo proceder en la tramitación procesal, en la redacción de las resoluciones, o en la dirección de las vistas. Probablemente, la Carrera Judicial mejoraría si estuviese más abierta a la crítica constructiva de los demás operadores del Derecho.

Pero bueno, como esos son los consejos que me han pedido, ahí me lanzo, desde el máximo respeto al duro trabajo de los abogados y a su papel esencial e irremplazable como garantes del Estado de Derecho.

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  • Brevedad

Parece una contradicción que un juez lo diga, pero valoramos mucho la brevedad en los escritos procesales y en las vistas. El ir al grano. En los escritos, muchas veces, para poder encontrar la argumentación aplicable al caso concreto, hay que buscar y rebuscar entre párrafos interminables de jurisprudencia, que muchas veces ni siquiera viene al caso. La redacción clara del suplico también nos facilita enormemente el trabajo: hay que ser conciso en cuanto a la petición, lo que exige evitar “solicitar conforme al cuerpo del presente escrito”, que es como no decir nada.

Por último, se agradece, por un lado, que no se haga uso abusivo de subrayados, negritas y sobre todo, mayúsculas; y, por otro, que los documentos que se adjunten estén debidamente indexados y relacionados con el núcleo de la cuestión debatida.

 

  • Preparación del caso

En cuanto a las vistas, además de la brevedad, dota de agilidad el llevar bien preparado el caso. Saber qué cantidades se están pidiendo, y de dónde salen. Llevar las operaciones hechas. Tener claro qué es controvertido y qué no lo es, lo que exige haberse reunido con el letrado de la parte contraria con anterioridad para, al menos, delimitar dónde está el desacuerdo.

Son muchas las veces en las que, antes del juicio, pregunto a los letrados si ya se han reunido, y responden que no, celebramos la audiencia previa, y resulta que el hecho controvertido es una cuestión menor que podría haberse solucionado al margen de los tribunales.

Un estudio concienzudo del caso por todas las partes implicadas ahorra mucho tiempo y dinero, no solo al cliente, sino también a la Administración de Justicia (que pagamos todos).

 

  • Darle importancia a lo que realmente lo tiene

Es sorprendente cómo muchos procedimientos se enquistan por centrarse los letrados en cuestiones secundarias que carecen de relevancia real sobre el fondo del asunto. Hablo de la solicitud desproporcionada de diligencias en instrucción que no son realmente útiles ni pertinentes; de pedir la suspensión de una vista por la incomparecencia de algún testigo que tiene poco que aportar; o de la presentación masiva de escritos procesales y de recursos que colapsan la oficina judicial y que solo pretenden una dilación del procedimiento que, en verdad, no favorece los intereses de su propio cliente. Hay que tener claro cuál es el interés real del cliente y circunscribirse a acometer aquellas actuaciones procesales que permiten su consecución.

 

  • Respeto en los escritos procesales y en la Sala

No es necesario, para defender los intereses del cliente, faltar al respeto al juez o al letrado contrario bajo la fórmula mágica “dicho sea con todos los respetos y en estrictos términos de defensa”. En un procedimiento judicial todo se puede alegar con el decoro que le es exigible a cualquier persona respecto de aquellos profesionales que también están cumpliendo con su trabajo. Además, un lenguaje grosero, en lugar de reforzar el argumento, lo debilita.

 

  • Formación

El Derecho es una disciplina inmensa que carece de límites en cuanto a su estudio, máxime cuando está en constante evolución. Es una obviedad, pero no está de más recordar que para defender correctamente los intereses del cliente el letrado debe estar al tanto de la última jurisprudencia y legislación aplicable, estudiarla, y ponerla en práctica correctamente. Ello requiere estudio y dedicación, pero ahí es donde radica la verdadera calidad de un abogado. En más de una vez he felicitado en Sala a un letrado por lo que había aprendido gracias a su exposición.

Porque, como he dicho, nosotros los jueces también tenemos mucho que aprender, para empezar, de los consejos que he expuesto en este breve artículo.

 

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