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EMPLEO Y CARRERA PROFESIONAL

¿Especializarte o no especializarte? Esa es la cuestión

sylviacambeses5

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¿Y tú, en que estás especializado?” Es una de las preguntas más frecuentes que recibe un abogado a lo largo de su carrera. Vivimos en un mundo jurídico cada vez más complejo, donde los cambios legislativos, la aparición de nuevas ramas del derecho y la exigencia del mercado han convertido la especialización en una especie de nuevo estándar de excelencia. ¿Es necesario especializarse o es mejor ser generalista?

  1. El auge de la especialización

Resulta claro que el mercado jurídico actual demanda abogados especializados, sólo basta ver las ofertas en el mercado laboral, las cuales exigen conocimientos específicos o las ofertas de los másteres de abogacía que se ofrecen: especialización en legaltech, compliance, derecho penal económico, industria de lujo y moda.

Posiblemente, especializarte, ya sea a través del mundo académico o mediante años de experiencia en un sector específico, te de la oportunidad de poder concentrarte en un nicho de mercado en el que no hay tanta competencia y en el que puedes adquirir más reputación. Así lo hemos podido ver estos últimos años con el nacimiento de los despachos “boutique”, surgidos muchas veces de abogados que dejaron grandes despachos para centrarse en un área concreta, han demostrado que enfocarse no es limitarse, sino todo lo contrario: es crear identidad. En España, despachos como MLAB Abogados (derecho de la competencia), Ayuela Jiménez (litigación y arbitraje) o Administrativando Abogados (contencioso-administrativo) se han posicionado como referentes gracias a su capacidad para ofrecer soluciones altamente técnicas y personalizadas. La especialización les ha permitido competir con grandes firmas sin necesidad de tener cientos de abogados.

  1. El valor del saber “de todo”

Evidentemente, en esta vida es imposible ser experto en todo y quien lo es, miente. Sin embargo, hay abogados generalistas que se dedican a afrontar todo aquello que se les pone de frente, adquiriendo así una adaptabilidad camaleónica y una capacidad de resolución integral de problemas que quizá un abogado especializado no puede adquirir. De hecho, antiguamente no estaba “de moda” especializarse y era el caso de los abogados que abarcaban varios pueblos o ciudades pequeñas o los abogados “in-house counsel” en pymes.

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Hoy, aunque el mercado tiende a valorar la especialización, sigue existiendo una gran demanda de abogados con visión panorámica, especialmente en startups, despachos multidisciplinares o departamentos legales internos. Lejos de estar en desventaja, los generalistas bien formados tienen una enorme capacidad de adaptación y, muchas veces, una ventaja competitiva clave: la comprensión profunda del contexto.

  1. La respuesta está en el equilibrio

Después de escuchar miles de consejos valiosos de abogados veteranos —y desde el punto de vista de una joven abogada—, queda claro que especializarte y adquirir el “expertise” de un sector del derecho es siempre enriquecedor. Sin embargo, cuando aterrizas en el ejercicio profesional, te das cuenta de que la especialización no basta por sí sola: necesitas una visión transversal para abordar con solvencia los casos reales, porque como bien sabemos, la práctica supera con creces la teoría, y no es raro que un mismo asunto requiera nociones de derecho civil, penal, laboral e incluso fiscal.

En este sentido, el equilibrio entre especialización y polivalencia no solo es deseable, sino casi imprescindible. Hoy, los despachos valoran cada vez más los perfiles con una base sólida en un área específica, pero que además muestran flexibilidad, pensamiento crítico y capacidad para colaborar con otros profesionales. En definitiva, se trata de construir una carrera jurídica con profundidad, sí, pero también con amplitud. Y eso exige curiosidad, formación continua y apertura de mente.

  1. No hay una fórmula correcta

No hay una única forma correcta de construir una carrera jurídica. La especialización puede abrir puertas y posicionarte como referente en un área concreta, mientras que una formación generalista te dota de versatilidad y visión global. Ambas opciones son válidas, siempre que estén alineadas con tu perfil, tus intereses y tus objetivos profesionales. El verdadero reto no está en elegir entre blanco o negro, sino en encontrar un equilibrio que te permita crecer, adaptarte y responder a las demandas reales del ejercicio profesional. Porque al final, más allá de etiquetas, lo que marca la diferencia es la capacidad de ofrecer soluciones útiles, éticas y bien fundamentadas a quienes confían en nuestro criterio como abogados.

Neus Roca Amengual, abogada en Clave Abogados.

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