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CURIOSIDADES

Diario de una Becaria en una Firma Legal

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Publicado

en

Neus Roca Amengual, Legal Trainee del área de procesal civil y penal de Martínez –Echevarría

  • La becaria: Ilusión, café y primeros pasos en el despacho.

Si observas la parte inferior del organigrama de un despacho de abogados encontraras la figura del “Becaria” o como modernamente se llama hoy en día “Legal Trainee”. Son aquellos que, armados de ilusión, constancia, muchas tazas de café y cierto conocimiento jurídico se pasean por los pasillos con la esperanza de aprender, sobrevivir y no saltarse algún plazo para interponer un recurso.

 

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  • De la teoría a la realidad: El verdadero inicio de la formación jurídica.

Se suele afirmar que el periodo de prácticas representa la culminación de la formación académica. Sin embargo, tras un tiempo desempeñando el ilustre cargo de becaria, la percepción cambia: más que completar la formación, parece ser el verdadero inicio de ésta. Es en ese momento cuando se toma conciencia de lo limitado que resulta el conocimiento adquirido en la universidad frente al dominio práctico que demuestran los socios, asociados y juniors del despacho.

 

  • Rutinas del Legal Trainee: De la jurisprudencia a las vistas judiciales.

La jornada habitual de una becaria en un despacho suele ser variada. En los primeros días, es habitual que te encomienden una búsqueda intensiva de jurisprudencia, tarea que, aunque en apariencia sencilla, puede prolongarse más de lo previsto y en cuyo proceso, el CENDOJ y las bases de datos jurídicas se convierten rápidamente en aliados imprescindibles. Si tu desempeño inicial convence, te vas ganando la confianza de tu equipo, y con ella llegan nuevas responsabilidades: la redacción de escritos, el contacto con clientes y procuradores, e incluso asistir a tu jefe en vistas judiciales, una actividad que denomino —con cierta ironía— “excursión al Juzgado”.

 

  • Lecciones no escritas: Lo que no enseña la universidad.

La beca no sólo ofrece un máster intensivo en Derecho, sino también habilidades que no se encuentran en los planes de estudio universitarios: hablar con propiedad, saber escuchar y respetar a quienes son más expertos, supervivencia administrativa y el noble arte de asentir con convicción ante conceptos que no dominas, mientras los anotas mentalmente para posteriormente estudiarlos.

Por otra parte, la beca te permite observar cómo funciona el sistema judicial, con sus ritmos, su “eficiencia” y sus altibajos legislativos. Asistir a una vista, presenciar una negociación o simplemente escuchar una conversación entre abogados puede ser más formativo que cualquier manual.

 

  • Tropiezos y triunfos: La montaña rusa emocional.

Evidentemente, no es una etapa sencilla, las expectativas son altas y los errores inevitables. Existen momentos de frustración, como cuando una demanda de diez páginas que has redactado acaba reducida a la mitad o cuando te dedicas durante todo un día a buscar aquella sentencia que es clave para vuestro caso, pero no hay manera de encontrarla. Aun así, hay recompensas, como cuando de la boca de tu jefe sale un “vas a ser buen abogado”, cuando te corrige con paciencia o incluso conversaciones con algún abogado veterano que recuerda sus propios inicios con una sonrisa cómplice. Bueno y que decir de tus compañeros becarias con los cuales compartes tu día a día, confidencias, estrés y muchas, repito, muchas risas, así como muchos afterworks.

 

  • El tabú de la “ayuda al estudio”: Realidades económicas de una becaria.

Por supuesto, no se puede hablar de la vida del becaria sin mencionar el tema tabú del sueldo o lo que se denomina “ayuda al estudio”, ese eufemismo que, si lo distribuyes bien, te da para pagarte el transporte público, la comida del mes y alguna que otra cerveza con los amigos, pero que, evidentemente, no va de la mano con la economía española actual. Hay un momento en el que te ves con veintitantos años, de los cuales has estudiado seis o siete años de tu vida y que no te puedes permitir pagar un arrendamiento en una ciudad y llega la frustración, pero bueno, al final uno asume que es parte del aprendizaje y te consuelas con que “la experiencia vale más que el dinero” y que en un futuro puedes llegar a ser como tu socio.

 

  • Una etapa que marca: Cansancio, orgullo y vocación.

Ser becaria al fin y al cabo es un camino inicial, exigente y apasionante en el que cada error te enseña a ser más exigente contigo mismo y cada victoria se celebra como un gran logro. Es una etapa en la que cuando llega el viernes por la tarde, después de haber entregado todo a tiempo (o casi), sales del despacho con esa sensación agridulce de estar agotado pero satisfecho. Y aunque a veces maldices el día en que elegiste Derecho, en el fondo, no lo cambiarías por nada.

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