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¿Cómo gestionar la tensión que sufren los Abogados?

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Los Abogados son uno de los colectivos que mayor presión sufren en el ejercicio de su profesión; presión que puede venir motivada por distintas causas, entre otras:

  • La existencia de plazos administrativos y procesales cuyo vencimiento coincide, en muchas ocasiones, en fechas próximas, lo que aumenta la presión y el estrés del profesional.
  • La imposición de determinados objetivos en las grandes firmas que hacen que los profesionales se sientan presionados a conseguirlos, sin contar, en un importante número de casos, con la formación necesaria para lograrlo (por ejemplo, habilidades comerciales, de gestión económica, etc.) o sin la ayuda o supervisión de un superior.
  • El aumento de la competencia en el sector que obliga a disminuir los honorarios para resultar más atractivos ante los clientes e incluso, y como ya se hace, a ofrecer primeras consultas gratuitas.
  • Las dificultades para la conciliar la vida familiar y profesional.
  • Incluso, en el actual estado de alarma en el que nos encontramos, la tensión puede derivar de la falta de información proporcionada en cuanto a algunas de las medidas adoptadas para paliar los efectos económicos del coronavirus y de los obstáculos para contactar telefónicamente con Instituciones y Organismos públicos, lo que hace que el profesional pueda no saber cómo asesorar a los numerosos clientes que en estos días tratan de obtener respuestas.

Es frecuente entre los Abogados la sensación de no abarcar todos los asuntos existentes en el despacho o de no ser todo lo competitivos que desearían, lo que, sin duda, genera o aumenta el estrés inherente al desempeño de su trabajo.

Por ello, es fundamental que el Abogado sepa cómo gestionar este tipo de situaciones para evitar entrar en un bucle de tensión, presión y estrés que difícilmente le va a permitir realizar su labor de una manera eficaz, con la consiguiente repercusión que ello puede tener en la satisfacción del cliente y en la fidelización del mismo.

FASES PARA LA GESTIÓN DE LA TENSIÓN

Existen tres fases o momentos principales desde que se produce la situación de tensión hasta que volvemos a nuestro estado de calma:

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1.- Reconocimiento de las causas que producen la tensión

No a todo el mundo le generan tensión las mismas situaciones ni a todas las personas les produce el mismo grado de tensión una misma situación. Por ello, es necesario que cada persona aprenda a detectar ante qué circunstancias se encuentra tenso y estresado para poder aprender a controlarlas y reducir, así, su impacto.

El reconocimiento de las causas que generan la tensión implica un análisis previo en situación de calma, ya que solamente conociendo nuestro estado de calma, seremos capaces de reconocer qué situaciones suponen para nosotros una alteración física, psíquica o fisiológica.

 

2.- Identificación de la respuesta de nuestro cuerpo ante la situación de tensión

Del mismo modo que no todas las situaciones resultan tensas o estresantes para todo el mundo, no todo el mundo reacciona igual ante una determinada situación. En este sentido, tenemos que aprender a identificar la respuesta que emite nuestro cuerpo en determinados contextos.

Las reacciones más habituales son el enfado y la agitación, la huida y la desmoralización o el bloqueo y la paralización. De esta manera, si conocemos cuál es la reacción propia de nuestro cuerpo, podremos actuar para controlarla y aliviarla.

 

3.- Alivio de la tensión

Una vez identificamos cómo respondemos ante las situaciones de tensión y de estrés, para alcanzar el estado de alivio, es importante realizar actividades o recurrir a técnicas que impliquen la participación de uno o más sentidos para renovar energías.

Dado que no todas las personas responden de la misma manera a los estímulos sensoriales, cada persona debe conocer cuáles son sus preferenciales personales, con la finalidad de que los métodos empleados resulten exitosos.

Las recomendaciones de los expertos varían en función del tipo de respuesta que emitamos:

  • Ante la ira o la excitación, se aconseja recurrir a actividades que resulten calmantes para nosotros: ejercicios de respiración, yoga, pilates…
  • Ante el desaliento o la depresión, puede resultar beneficioso realizar actividades estimulantes tanto para la mente como para el cuerpo y el sistema nervioso: escuchar nuestras canciones favoritas, practicar algún deporte que nos motive y con el que nos sintamos a gusto…
  • Ante el bloqueo, han demostrado efectos positivos aquellas actividades que proporcionen seguridad: conversar con familiares o amigos, ver fotografías, escuchar música…

Probablemente, os estéis preguntando qué hacer si, en el momento en que se produce la situación de estrés o de tensión, no podemos llevar a cabo las actividades mencionadas anteriormente. En estos casos, los profesionales en la materia aconsejan evocar en la mente aquellos estímulos sensoriales que nos ayuden a calmarlos, pues el mero recuerdo producirá ya efectos en nuestro cuerpo.

CONSEJOS PARA GESTIONAR LA TENSIÓN

1.- Planificación

La planificación es una herramienta necesaria en cualquier actividad laboral o profesional que reporta importantes beneficios, entre ellos actuar como agente protector ante la presión.

En nuestra profesión, la organización de las tareas que debemos realizar cada día y la distribución de las mismas de una manera realista según el tiempo estimado para cada una de ellas hará que el tiempo de trabajo sea más efectivo y que, salvo algún contratiempo, consigamos todos los objetivos marcados diariamente, lo que, sin duda, repercute en el nivel de tensión y de estrés que podamos sufrir.

Por ejemplo, es recomendable realizar en el mismo día todas las gestiones que impliquen salir del despacho o dedicar un día a la semana (o la mañana o la tarde de un día) a pasar consulta. De esta forma, tendremos la agenda organizada para toda la semana sin que el hecho de combinar unas y otras tareas pueda traducirse en interrupciones constantes y en trabajo sin terminar.

2.- Delegar funciones

Cuando hablamos de delegar funciones, nos referimos tanto a funciones profesionales como a funciones familiares, pues esto nos ayuda a mantener mejor el control y el orden sobre nuestras actividades. En este sentido, pueden darse dos situaciones:

  • Que el abogado tenga compañeros de trabajo o de despacho en los que delegar ciertas tareas cuando se encuentre saturado.
  • Que el abogado preste sus servicios en un despacho unipersonal, en cuyo caso, si estima que deberá estar en el despacho más tiempo del habitual y que esto le afecta a su vida personal y familiar, puede delegar funciones de estas esferas (personal y familiar) en familiares o personas de confianza (por ejemplo, cuidar a los hijos durante las horas que vaya a estar en el despacho).

Basta recordar el refrán ‘quien mucho abarca, poco aprieta’ para aplicar este consejo, ya que si pretendemos atender todos los asuntos del despacho cuando estamos desbordados, lo más probable es que algunos asuntos queden fuera de nuestro alcance, lo que puede dar lugar a un estado de estrés.

3.- Descansar

Los momentos de descanso tienen un valor fundamental durante la jornada de trabajo; por ello, debemos desechar la idea de que los periodos de descanso son tiempo perdido, improductivo o desaprovechado.

Conviene realizar varias pausas cortas a lo largo de la mañana y de la tarde para despejar la mente y reponer energías para continuar con la jornada. Para conseguirlo, es fundamental que el tiempo de descanso equivalga a una desconexión absoluta del asunto con el que estábamos trabajando.

¿Qué podemos hacer para conseguirlo? Actividades tan simples como tomar un café, dar un pequeño paseo (aunque sea en el propio despacho), pensar en las actividades que realizaremos una vez terminemos nuestra jornada (estar con nuestra familia, ir al gimnasio, quedar con unos amigos para cenar…). Se trata, como se puede observar, de pensamientos positivos que pueden convertirse en una buena fuente de motivación para seguir.

Pero el descanso no solamente debe respetarse durante la jornada de trabajo, sino también una vez finalizada la misma –y para ello es esencial poner fin al trabajo a la hora que se había fijado– y durmiendo las horas que cada persona necesite para sentirse renovado y comenzar un nuevo día. Parece ser que este aspecto es el que menos cumplimos los abogados españoles, ya que, según el “Estudio sobre la salud y el bienestar de la abogacía española”, editado por la editorial Lefebvre y el Instituto de Salud Mental de la Abogacía, tan solo el 17% de los abogados encuestados duerme 8 horas diarias.

4.- Aplicar técnicas de relajación

Recurrir a técnicas de relajación es una práctica que debe llevarse a cabo no solamente cuando estamos al borde del colapso, sino de forma habitual. Cada persona debe encontrar aquellas técnicas o actividades que le resultan más relajantes, si bien algunos ejemplos son los ejercicios de respiración, la meditación, el mindfulness

5.- Mantener una comunicación fluida

En ocasiones, la comunicación con los compañeros de trabajo o de despacho resulta desagradable bien porque se hace un mal uso de la misma, bien porque existe una falta de comunicación (por ejemplo, en lugar de solicitar ayuda con un asunto cuando nos hemos quedado bloqueados, preferimos hacerlo nosotros solos, lo que probablemente nos lleve a una pérdida de tiempo que quizás se habría podido evitar).

Para que el ambiente de trabajo resulte agradable y no contribuya a generar situaciones tensas y estresantes, se aconseja utilizar un lenguaje positivo y una comunicación asertiva.

6.- Tener buenos hábitos alimenticios

Quizá suene extraño y ajeno al tema que estamos tratando. Nada más lejos de la realidad. El hecho de seguir una alimentación saludable y equilibrada contribuye a un mejor funcionamiento de nuestro organismo que nos permite emplear de una manera correcta la energía durante el día y, por lo tanto, a sentirnos bien desde el punto de vista psicológico.

Una mala alimentación puede llevarnos a sentirnos cansados al poco tiempo de haber comenzado nuestra jornada o a malgastar energía, lo que va a tener efectos negativos sobre nosotros y puede conducirnos a una situación de tensión y estrés por no haber podido terminar todas las tareas pendientes.

7.- Trabajar la autoestima

Una pieza esencial en el desarrollo de nuestro trabajo es la seguridad y la confianza en nosotros mismos y en nuestra capacidad. Si tenemos una alta autoestima, tenemos un aliado para protegernos ante las dificultades y los contratiempos durante la jornada de trabajo.

En caso de que nuestra autoestima no esté muy fortalecida, siempre se puede trabajar en ello para reconocer nuestras virtudes y aprender a canalizar nuestros defectos.

8.- Hacer ejercicio regularmente

La actividad física libera neurotransmisores (serotonina, melatonina…) y nos ayuda, no solo a sentirnos bien con nosotros mismos, sino también a combatir la presión, el estrés y la angustia en todas las esferas de nuestra vida cotidiana.

Y tú ¿sufres estrés por tu profesión como Abogado? ¿Crees que nos hemos olvidado de algún consejo?

Cuenta tu historia en comentarios y así puedes ayudar a otros.

Esperamos que te haya sito útil este contenido.

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