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CURIOSIDADES

Consejos que hubiera agradecido en mis comienzos profesionales. Por Alfredo Sánchez-Rubio

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Publicado

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Alfredo Sánchez-Rubio. Socio en Brexia Legal

 

Trataré de condensar en las siguientes líneas varios aspectos del desarrollo profesional que se basan en mis 30 años de ejercicio en despachos de diverso tamaño.

 

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Un abogado del siglo XXI necesita tener una estrategia, que pasa por saber a qué se dedica uno, pero, sobre todo, a qué no dedicarse. Tener una estrategia pasa por saber decir que no a determinado tipo de asuntos, a esos asuntos en los que no eres especialista. Tener una estrategia es saber si eres un abogado de clientes (recurrentes, fidelizados) o de asuntos, que se agotan con su ejecución. Es verdad que la vida profesional, los clientes, te acaban especializando, pero siempre tendrás más posibilidades de éxito si pones de tu parte.

 

El reverso de la especialización es la colaboración. Cuenta con otros compañeros y compañeras que se dediquen a otras áreas y comparte clientes con ellos, porque también actuarán de prescriptores de tus servicios para otros clientes que no sean de su especialidad.

 

Tienes que trabajar una identidad, una marca personal, y cultivar tu faceta más comercial. Un profesional liberal, un autónomo, tiene que saber vender. Vivimos en un mundo muy competitivo y tienes que ganarte la confianza del mercado, y saber diferenciarte. Puedes hacer una web, pero pon cuidado en el público al que te diriges, tendemos a usar un lenguaje jurídico complejo, que no entienden nuestros posibles clientes. Aprovecha las redes sociales que se ajusten a tu perfil, no fuerces si tus contenidos no son aptos para TikTok o Instagram, pero piensa que al menos en LinkedIn sí que deberías estar, y que deberías ser fácilmente localizable en cualquier buscador. No te pues permitir que quien quiera encontrarte no lo consiga. Crear una ficha en Google es sencillo, y gratis.

 

No tengas miedo a hablar de dinero con tus contactos y clientes. Vives de lo que cazas y no ganas nada aplazando afrontar la cuestión económica por inseguridad o vergüenza. No te pongas excusas, tu cliente tiene derecho a saber lo que le cuesta tu trabajo y tú a tener una expectativa razonable de ingresos. Elabora hojas de encargo o propuestas de honorarios, contempla escenarios y cambio de circunstancias, horquillas de precios…, pero no lo evites. Los criterios de honorarios valen para tasar costas, pero no sirven para eso, la fijación de honorarios con el cliente es libre y las fórmulas de facturación son variadas: cerrada, por horas, a éxito, o con todas las combinaciones entre ellas que se te puedan ocurrir.

 

Lleva un control de gastos, y sé consciente de lo que vale tu tiempo. Computa tu expectativa de ingresos mensuales como una partida más a cubrir con los ingresos de tu actividad, junto con el resto de los gastos, previsión social e impuestos que hay que pagar. Con ello, y una estimación de horas laborables podrás saber qué importe aproximado debería valer tu hora trabajada. No tienes por qué facturar necesariamente por horas, pero tendrás una orientación. Ten en cuenta que hay tiempo no facturable: horas de promoción, de formación y de administración.

 

Apóyate en la abogacía institucional: tu Colegio, los consejos autonómicos y el Consejo General ponen a tu disposición herramientas, recursos y cursos de enorme valor, por precios muy económicos o incluso gratis. Colabora con las agrupaciones, comisiones y secciones colegiales, consulta sus recursos online, su biblioteca, sus bases de datos y aprovecha sus sesiones de formación, su actuación como central de compras. Y participa solicitando aquellos servicios y prestaciones que te puedan ser de utilidad.

 

Fórmate, pero no solo en derecho. Aprende idiomas, cultiva tus habilidades blandas (comunicación, empatía, trabajo en equipo…). Emplea la tecnología, y no me refiero a complejas herramientas de legaltech. Piensa que un montón de tareas repetitivas y de escaso valor añadido se solucionan con herramientas y aplicaciones de las que usamos diariamente: no transcribas textos, tienes inteligencias artificiales que lo hacen automáticamente, igual que comparar con versiones de documentos, traducir o detectar los errores de una hoja de cálculo, por poner algunos ejemplos.

 

En el caso de que necesites crecer y contar con otros profesionales, piensa si pueden sentir mejor los colores trabajando bajo una marca que no sea necesariamente tu nombre y apellidos. Creo que el poder de la marca como atractor de talento y fórmula óptima de colaboración entre abogados.

 

Cada uno de los apartados propuestos daría para un tratado monográfico, solo he tratado de dar unas pinceladas de varios aspectos que creo que pueden ser útiles en el despegue en nuestra profesión, y te pueden ahorrar mucho tiempo y algunos sinsabores. Consejos aprendidos tras años de experiencia y que hubiera agradecido en mis comienzos profesionales.

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