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MONTAR UN DESPACHO DE ABOGADOS

7 errores que cometen los abogados cuando empiezan por su cuenta (y cómo evitarlos)

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Montar tu propio despacho o empezar como abogado autónomo puede ser una de las decisiones más ilusionantes de tu carrera… y también una de las más difíciles. Pasar de la seguridad (o al menos la estructura) de una firma o empresa a tener que gestionar todo tú mismo cambia completamente las reglas del juego.

Muchos abogados que se lanzan por su cuenta lo hacen con enorme preparación jurídica, pero sin apenas preparación estratégica o comercial. Y ahí empiezan los errores, algunos de los cuales pueden costar tiempo, dinero y energía valiosísima.

Aquí te dejo los siete errores más comunes que cometen los abogados cuando empiezan por su cuenta, y lo más importante: cómo puedes evitarlos.

1. Empezar sin una especialidad definida

Uno de los errores más frecuentes es lanzar un despacho “multidisciplinar”, con el clásico listado de áreas: civil, penal, laboral, familia, mercantil… El problema es que, al intentar abarcarlo todo, no destacas en nada.

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Hoy los clientes buscan especialistas. Un abogado que entiende su problema concreto y lo ha resuelto muchas veces antes. Si no defines claramente en qué eres bueno y a quién puedes ayudar mejor, es muy difícil posicionarte o diferenciarte.

Cómo evitarlo: Escoge una o dos áreas que domines realmente y enfócate en ellas. No es renunciar a todo lo demás, es tener una propuesta de valor clara con la que puedas posicionarte.

2. Subestimar la importancia del marketing (y pensar que vender es indigno)

Muchos abogados siguen viendo el marketing como algo vulgar o innecesario, casi como si “vender” estuviera reñido con la ética profesional. El resultado: profesionales brillantes que pasan desapercibidos.

La realidad es que si no te ven, no te eligen. No basta con ser bueno, tienes que hacer visible tu valor. Y eso no significa engañar ni manipular, significa comunicar con claridad lo que haces y cómo puedes ayudar.

Cómo evitarlo: Aprende lo básico de marketing jurídico, posicionamiento y captación online. Trabaja tu marca personal, crea contenido útil y empieza a ver la visibilidad como parte de tu trabajo, no como un añadido.

3. Fijar precios sin estrategia (normalmente demasiado bajos)

Es muy común que, por inseguridad o por querer atraer clientes rápidamente, los abogados noveles pongan precios demasiado bajos. El problema es que eso afecta directamente a la percepción de valor y a la sostenibilidad de tu despacho.

Si tú no valoras tu trabajo, el cliente tampoco lo hará. Y si tus tarifas no cubren el tiempo, el esfuerzo y los costes reales, estás hipotecando tu rentabilidad desde el minuto uno.

Cómo evitarlo: Define una política de honorarios clara, basada en el valor que aportas, no en lo que otros cobran o en lo que “crees que te pagarán”. Incluye presupuestos por fases, hojas de encargo y revisa periódicamente si tus precios son rentables.

4. Querer hacerlo todo solo

Cuando empiezas, es habitual intentar ahorrar al máximo y asumir todas las tareas: asesoría legal, contabilidad, diseño web, atención al cliente, redes sociales… Pero ese enfoque te lleva al agotamiento y te aleja de lo importante: generar negocio y prestar un servicio excelente.

Cómo evitarlo: Externaliza o automatiza lo que no es tu core profesional. Puedes contar con colaboradores freelance, herramientas de gestión y servicios especializados para liberarte de tareas repetitivas y centrarte en lo que realmente suma.

5. No crear una red de contactos activa

Muchos abogados trabajan encerrados en su despacho, confiando solo en que los clientes llegarán “por el boca a boca”. Pero hoy, quien no cultiva activamente su red, pierde oportunidades cada semana.

La mayoría de clientes no llegan por casualidad, llegan por contactos directos o indirectos. Y eso no ocurre si no te mueves, si no generas relaciones, si no estás presente.

Cómo evitarlo: Acude a eventos profesionales, colabora con otros perfiles (asesores fiscales, mediadores, psicólogos…), mantén el contacto con antiguos compañeros y clientes. Sé visible, útil y estratégico en tu red.

6. No tener un plan realista (ni objetivos medibles)

Otro error habitual es lanzarse sin una hoja de ruta. Trabajar día a día “apagando fuegos” sin saber adónde vas es la receta perfecta para la frustración.

Un despacho necesita dirección. Objetivos trimestrales, seguimiento de resultados, análisis de rentabilidad. No se trata de hacer un plan de negocio de 40 páginas, sino de tener claridad sobre qué quieres lograr y cómo lo vas a medir.

Cómo evitarlo: Establece metas claras: número de clientes, ingresos mínimos mensuales, servicios prioritarios, canales de captación. Y revisa tus avances cada mes.

7. Descuidar la experiencia del cliente

Muchos abogados piensan que el cliente solo valora el resultado legal. Pero en realidad, la mayoría valora también la atención, la claridad, los tiempos de respuesta, la forma en que se le informa y se le escucha.

Puedes ganar un caso y perder un cliente, o resolver un problema legal y aún así dejar una mala impresión si descuidas la experiencia completa.

Cómo evitarlo: Trabaja tu comunicación, adapta el lenguaje, mantén al cliente informado y crea procesos para que todo sea más claro y fluido. Un cliente satisfecho no solo repite, también te recomienda.

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