CONÓCETE A TI MISMO
Como podrás imaginar, emprender es una carrera de resistencia; una apuesta a largo plazo. Las condiciones necesarias para que salga bien son muy diversas: Conocer nuestras capacidades y cualidades, las circunstancias del momento, nuestras carencias o debilidades, saber diferenciarnos del resto, adaptarnos a los nuevos tiempos… En este caso, como ya dijimos en otra ocasión, recomendamos hacer un DAFO personal.
La competencia y voracidad que existe en la abogacía es tremenda. Debes estar preparado para gestionar tu carrera profesional como una empresa, utilizar bien tu tiempo, saber conseguir clientes, etc.
La ventaja que tenemos los letrados más jóvenes es que compensamos nuestra escasa experiencia con frescura, especialización y sacrificio. Es fundamental tener ilusión por tu trabajo, constancia, curiosidad y la fuerza para no rendirse.
DISEÑA UN PLAN
Para hacerse un hueco en un mercado tan competitivo, me parece fundamental tener un plan de acción; una hoja de ruta, con visión de futuro a 5 años vista. A fin de cuentas, esto tiene más estrategia de lo que parece.
Debes analizar a los profesionales, investiga qué es lo que han hecho para estar en ese punto de su carrera profesional. Conoce puntos fuertes y debilidades de los abogados. Observa, copia y mejora. Página web o blog jurídico, redes sociales, tarjetas de visitas… Al principio es fundamental que trabajes tu marca personal y tengas una mínima estructura personal.
Analiza el campo de batalla, identifica dónde se encuentran los despachos, conoce su modelo operativo, establece precios competitivos de tus servicios, inventa estrategias de venta, conoce a tu público, cubre necesidades creando ofertas sobre ellas…
Y, sobre todo, especialízate en un área concreta para fidelizar a tus clientes ya que serán tu mejor publicidad.
¿EMPEZAMOS EN SOLITARIO?
Lanzarte al vacío por cuenta propia, personalmente, me parece muy arriesgado. Sobre todo, porque tú tienes que entender perfectamente cuál es tu responsabilidad como abogado.
Recomiendo trabajar en un despacho de abogados, una experiencia de unos años, para ver cuál es la mecánica sobre cómo se ejerce esta profesión. Es fundamental tener un bagaje anterior cuando empiezas a ejercer la abogacía por cuenta propia porque cuando nos iniciamos en una profesión conocemos muy bien la teoría, pero poco sobre la práctica. Además, en determinadas profesiones, a lo mejor un error no tiene un resultado catastrófico, pero en la abogacía el mínimo error puede suponer un daño irreparable a un cliente.
Hay que entender el tamaño del reto que supone formar tu propia firma: tener este aprendizaje inicial, conocer a los socios, los sistemas de cobro, las relaciones con los clientes, las juntas, cómo se capta a un negocio, cómo se hace un presupuesto de honorarios… Todo este tipo de bagaje no se enseña en las carreras y hay pocos libros que hablen de estos temas. Esto también nos ayudará a dimensionar el reto: ¿Voy a poder tener una firma que compita contra las que ya están? ¿Voy a tener un valor agregado que me diferencie de lo que ya existe?
PRINCIPALES GASTOS EN LOS INICIOS
¿Qué recursos vamos a necesitar y cuales son los gastos principales que vamos a tener que desembolsar al principio?
Hay que valorar, en primer lugar, de qué recursos disponemos y en segundo lugar a qué gastos nos vamos a tener que enfrentar. Si no disponemos de una clientela previa no nos va a quedar más remedio que hacernos con la nuestra propia.
Para ello es necesario que pase un tiempo prudencial hasta que la gente nos conozca y vaya depositando su confianza en nosotros. Por eso es necesario que tengamos unos recursos en los que nos podamos apoyar (provenientes de nuestra familia, de unos ahorros o un trabajo complementario con nuestro despacho).
Si ya dispones de una experiencia de 3 años, que es lo deseable al empezar a formar tu despacho, ya te puedes apuntar en las listas del turno de oficio. Aunque eso no genere muchos ingresos, puede dar lugar a que conozcáis a más gente y que esos clientes, que en principio comienzan siendo del turno de oficio, pasen a formar parte de vuestra clientela habitual.
La parte menos divertida: Los gastos.
Nuestro material de trabajo con el que vamos a tener que partir va a ser:
La base de datos jurídica, si no nos la podemos costear al principio porque es un desembolso bastante importante, podemos llegar a un acuerdo con un compañero de repartir los gastos de la base de datos. También tenemos a nuestra disposición en el Colegio de Abogados las bases de datos.
Los gastos imprescindibles que vamos a tener para ejercer como abogado por cuenta propia son:
– La Mutualidad de la Abogacía o bien la Seguridad Social.
– El Colegio de Abogados, ya que para poder ejercer necesitamos pagarle mensual o trimestralmente.
A estos gastos, aparte de los gastos de mantenimiento personal, podrían incluirse los gastos de mantenimiento de nuestro despacho, pero aquí es donde entra la pregunta: Despacho físico, ¿sí o no? ¿Es necesario?
La primera vez que os reunís con un cliente que no os conoce, le inspira confianza conocer el lugar donde puede encontrarte físicamente. Esto no significa que tengamos que alquilar un despacho y amueblarlo porque puede ser que no tengamos los recursos para poder hacer frente a ese gasto.
Podemos entonces valorar distintas opciones:
- A) Todos los Colegios de Abogados disponen de salas que podemos reservar para reunirnos con un cliente.
- B) Poner nuestro despacho en casa y que eso genere confianza en el cliente.
- C) Llegar a acuerdos con los compañeros que nos puedan ceder parte de sus instalaciones o algún despacho que tengan a cambio de una contraprestación económica. Aunque habrá compañeros que te conozcan y estén dispuestos, sin ningún coste para ti, a cederte parte del despacho para que puntualmente te puedas reunir con clientes.
Sin olvidar que las facturas del teléfono, el transporte y acudir a algunos eventos son gastos bastante importantes para desempeñar bien y abrirte paso en la profesión.
RELACIÓN CON COMPAÑEROS
Otra de las cosas que no podemos pasar por alto es la importancia de fomentar las buenas relaciones con los compañeros y aprender de ellos. El individualismo, incluso en una profesión como la nuestra, no da buenos resultados. El mundo avanza hacia una colectivización de las tareas para asegurar unos resultados óptimos. Los abogados estamos trabajando con los intereses de otra persona y el margen de error tiene que ser mínimo. Por ello, aconsejo tener a un compañero a mano que posea mayor experiencia y que te vaya orientando.
Una vez que ya cuentes con esa experiencia o con el apoyo de alguien que te pueda guiar para llevar tus propios asuntos, es fundamental el periodo de reflexión, de mentalizarte del paso que vas a dar. No hay que precipitarse, no vas a llegar y todo va a ser maravilloso. Empezar a trabajar por cuenta propia cuando no tienes prácticamente recursos y no tienes clientes es muy duro. Muy duro.
Te enfrentas a dejar de tener unos recursos fijos todos los meses. No sabrás cuanto tiempo vas a tardar en generar ingresos. En cualquier negocio, generalmente te expones a un riesgo de tener pérdidas durante los dos primeros años. Por lo que es bastante probable que durante el primero año los gastos sean superiores a los ingresos. Hay que estar preparado psicológicamente para asumir eso. Estamos en una profesión en la que si no heredas la cartera de clientes de alguien o si no cuentas con una clientela de la que partir… no pienses que por poner una placa y anunciarte vas a tener clientes. Habrá que construir poco a poco nuestro despacho.
Hay que mantener una mentalidad positiva e ignorar los comentarios que cuestionen tu ambición de montar un despacho propio. Pasión, ilusión y ganas, pero sin dejar de lado el realismo.